Los movimientos de nuestra tierra, los compases de una melodía ancestral, nos dieron la apertura de un nuevo ciclo de encuentros. De la mano de un nuevo varietero, nos condujo a su mundo, que supo compartir en cada cebada de nuestro mate, que siempre nos acompaña en cada sábado y nos convoca a escuchar, decir, reflexionar y por qué no emocionar. La chacarera nos supo conquistar con su latir, descubrimos un fragmento de nuestra historia y entre todos reinscribimos nuevos fragmentos. 
Exploramos con nuestras manos: texturas, colores, sabores, lugares, temperaturas, despertando una memoria sensorial que, dormida, tomó vida para contarnos historias en tiempos indeterminados.
Nos pusimos a tejer, con hilos de colores, armamos ovillos, collares que contienen frustraciones, impulsos, deseos y temores. La varietera que hoy escribe fue un día invitada, con miedos, pero con muchas ganas de compartir parte de sus pasiones, donó los materiales cargados de infinitas sensaciones para juntos tejer una trama que deja pendientes parte de sus puntos para que continúen agregando en cada encuentro un fragmento de tejido.
Y como todo llega a su fin, menos estas ganas de seguir encon
trándonos, llego el final de julio. El varietero nos entrego en diferentes fotos, imágenes construidas por sus palabras, parte de su historia. La fotografía nos permitió reflexionar sobre sus procesos, materiales, luces y sombras y también sobre el tiempo, que al parecer podría ser capturado y detenido en este soporte.El tiempo en el Varieté transcurre con sus propias reglas, de las cuales sabemos poco y nada, pero creemos que por un ratito, la inmediatez se toma un mate y da lugar a la charla, al encuentro, estas crónicas nos cuentan de este tiempo que nos regala cada Varieté.
El varieté los saluda hasta la próxima y los invita a participar a todos aquellos que tengan ganas de jugar y compartir un encuentro alegre.